En un marco natural su río Grande toma nuevos bríos recorriendo la extensa quebrada de Humahuaca.
Allí con su estilo colonial, calles angostas y cerros de formas extrañas y coloridas está Tilcara, un pueblo tranquilo y encantador.
Los extraños cactus o bien llamados cardones están como formaciones vigilantes apostados a lo largo de un pueblo con un singular paisaje indígena de creencias, leyendas y ritos paganos.
Allí vivieron los Tilcara que formaban parte de la Confederación política Omahuaca hace 900 años.
En un clima seco y templado con vegetación pobre se dedicaron a la agricultura, el tejido y la alfarería.
Sus cuatro especies de camélidos, la llama y la alpaca como domésticos y la vicuña y los guanacos como silvestres eran muy importantes para las sociedades que habitaron y habitan hoy esta región.
Yendo hacia el pasado, 4.500 años a.c. las caravanas de llamas eran muy habituales en esos tiempos.
Y hoy sus descendientes siguen tejiendo maravillas con sus mantas multicolores y su alfarería rústica.
TILCARA es caminar callecitas tranquilas, subir cerros de colores, aspirar el aroma de su tierra y respirar el aire puro de un lugar que está lejos del mundanal ruido.
Con respecto al alojamiento y alimentos hay para todos los gustos y presupuestos: económicos para personas que lo tienen ajustado y son amantes de la vida sencilla y con altos precios para los que buscan otra manera de disfrutar su tiempo libre.
La paz y tranquilidad de la Quebrada se ofrece generosa a todos los que transitan su mágico paisaje.
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